Aunque España no se caracteriza precisamente por ser un país frío, en zonas determinadas existen diferencias considerables a lo largo del año. De modo que a pesar de lo que se suele pensar, plantearse comprar diferentes juegos de neumáticos para invierno y verano, tiene mucho sentido. Pero ¿qué diferencias existen entre un neumático de invierno y uno de verano? ¡Vamos a verlas!
Neumático de invierno
La principal diferencia entre un neumático de invierno y uno de verano es su composición y la forma de su dibujo. Los neumáticos de invierno están fabricados con un material más blando y resistente, por lo que no se endurecen cuando la temperatura cae por debajo de los 7º C. Además, tienen una estructura de tacos, surcos muy amplios y la densidad de las ranuras de su dibujo es mayor. Lo que aporta un agarre superior en condiciones de lluvia, hielo y nieve.
La adherencia y la tracción de un neumático de invierno sobre hielo, agua o nieve es prácticamente la misma que la de unos de verano sobre asfalto seco. De manera que cuando sea obligatorio el uso de cadenas, si llevas neumáticos de invierno podrás circular sin ellas.
Neumático de verano
Tanto su dibujo como su composición están orientados a una conducción segura sobre asfalto seco o ligeramente mojado. El problema con los neumáticos de verano puede surgir cuando el tiempo se complica: en caso de lluvia extrema, podemos perder entre un 10 y un 15% de adherencia, lo que se traduce en una mayor distancia de frenado.
Su principal ventaja la encontramos en su rendimiento en condiciones normales. Además de ser los más baratos, funcionan a la perfección sobre casi cualquier superficie. Con el pavimento seco y a una temperatura superior a 7º C, son los que mejor frenan, los que menos ruido hacen y los que garantizan una mejor dirección y tracción.